31 octubre 2009

La historia del niño batigado

Pedrito era un niño que vivía con sus padres en una casa muy mona de Long Island (porque todas las historias de miedo ocurren en Long Island). Pedrito era un niño un poco raro, le gustaba hablar solo, inventarse amigos, cazar insectos y todo este tipo de cosas que a unos padres normales le dan a entender que tienen un futuro psicópata en casa.
Pero la realidad es que los padres de Pedrito pasaban un poco del niño:

- Mamá ¿Qué hay de comer?
- Hay tranchetes en la nevera.
- Mamá, me duele la garganta.
- El azúl.
- Mamá, pero porque Toby se ha convertido en un muñeco de peluche
- Pedro aburres a las piedras coño, cállate ya.

Un día Pedrito hizo un nuevo amigo.
- Mamá he hecho un nuevo amigo
- Que si, que si.

Según Pedrito su amigo vivía en el baño y le contaba historias desternillantes sobre madres que se caían por las escaleras y tostadoras que se caían en la bañera. Pedrito cada vez pasaba más tiempo con su nuevo amigo, y fue dejando de lado todos sus demás juguetes que le habían regalado en sus reyes y cumpleaños: el juego de enchufes, la madeja de lana, el paquete de gomillas, hasta incluso el paquete de gomillas de colores.
El amigo de Pedrito le contó una vez que hacía tiempo había sido un niño como él, pero que un día lo batigaron. Pedrito le preguntó que qué era eso de batigar y su amigo se lo contó al oído, y juntos se pasaron toda la tarde riéndose con aquella historia.

Pedrito tenía una hermana. Un día su amigo le comentó lo divertido que sería batigar a una persona, Pedrito entre carcajadas histéricas dijo que si. Al día siguiente, la casa amaneció con olor nauseabundo. Cuando la madre de Pedrito acudió al cuarto de baño se lo encontró cubierto de una densa capa como de gelatina amarillo-negruzca llena de pelos. En ese momento la madre escuchó a Pedrito despoyarse en su cuarto. A partir de ese día su hermana desapareció y no volvió a aparecer nunca más (no sé si hacía falta decirlo pero por si acaso alguien aun no lo había pillado).
Unas semanas después la madre de Pedrito, le comento al padre de Pedrito:
- Oye, ¿no teníamos dos niños?
- Yo que sé, illa. Yo soy de letras, yo si quieres te los declino.

Un día la madre fue a apagar el televisor y olió el mismo olor nauseabundo que aquella mañana en que aquella persona, que ella creía que era su hija, desapareció. Levantó con mucho trabajo uno de los cojines del sofá y bajo este encontró de nuevo la misma gelatina llena de cabellos humanos. Esta vez había una nota entre pelillo y pelillo:
- "La siguiente serás tú"

Lo último que oyó la madre fue la excéntrica y despoyada risa de su vástago desde su cuarto.
Después de unos meses el pequeño Pedrito se fue a vivir con sus tíos a una casa en las afueras de Michigan. Pedrito estaba muy triste así que los tíos intentaban animarlo tratando de jugar al escondite, a las cartas, al Quién-es-Quién, etc. Pero Pedrito no quería porque ya no se divertía con la gente como lo hacía con su amigo.
Una tarde, poco después de mudarse, Pedrito fue al baño y, para su sorpresa, allí estaba de nuevo su amigo: el niño batigado. Pedrito fue corriendo a sus tíos y les dijo con una sonrisa:
- Ahora titos, ahora quiero jugar al escondite.

FIN


¿A que era Pedrito un hijo de puta? Pues ten cuidado hoy cuando vayas al baño, quizá el niño batigado se encuentre allí observando, esperando el momento de batigarte... y si estás buena de metértela por el culo.

Hail to the Pumpkin King!

2 comentarios:

GeHeNNa dijo...

Ma daomas asco lo del pelo humano q otra cosaa!!aggg XD

Laliu M. dijo...

Menudo cabrón el crio! Mi duende por lo menos solo me dice que queme cosas...

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