Señores, lamento comenzar este post diciendo que la justicia española está rota. Ni Garzón, ni Gurtel, ni ná. ¿Cómo es posible que a este señor de Banalúa de Guadix (pueblo que todo el mundo conoce tela de bien), se le condene a cuatro años de prisión?
Os pongo en antecedentes. Un buen día, sin duda, este vecino granadino, chatarrero de profesión, irrumpió en un local de alterne armado con una pistola y lanzando al aire el grito de "Soy el jefe y esta noche manda mi polla".
Explícito, directo y bello. Sí, señores, nuestra querida lengua castellana, forjada durante siglos y siglos, nos permite -sólo a unos cuanto iluminados- crear oraciones infinitivas de tal belleza. Acto seguido, el que, debiera ser, nuestro héroe patrio, colocó su arma en la barra y exigío a la camarera que empezara a poner copas a todos los parroquianos allí reunidos, cual Robín de los Bosques en sus horas altas. No contento con aquello, quiso que su proeza llegará a más: bloqueó la puerta del establecimiento, reventó la caja apropiandose de su botín de 100 € y mantuvo su conquista, a igual que lo haría nuestro Cid Campeador con Valencia siglos ha, durante dos horas.
Finalmente una de las victimas consiguió alertar a la Guardia Civil, que acabó arrestando a nuestro intrepido aventurero, cual vulgar bandido.
Amigos, son acciones como estas las que, sin duda, en otros tiempos serían objeto de las más grandes canciones compuestas por bardos y juglares, y, sin embargo, hoy día son reprendidas brutalmente por un estado judicial cada vez más corrompido.
Pero yo os digo: no os preocupeis, por que el tiempo y la historia pondrán a cada uno en su sitio, y llegará el día en que toda nuestra nación se lleve la mano al corazón y entone solemnemente: ¡Yo soy el jefe y esta noche manda mi polla!
Amén
[IDA DE PINZA/OFF]